“¡Viva Aguascalientes! Que su feria es un primor: Historia de las peleas de gallos en Aguascalientes, siglos XVIII-XX”

En el #4129 de la calle Sur 75 en la colonia Asturias, hubo hasta algunos años una casa conocida como “La casa de los gallos”. En parte porque en su fachada había el cuadro de un gallo, pero sobre todo porque éste indicaba que en esa casa había un taller de navajas para las peleas de gallos. El taller era un negocio familiar que comenzó mi abuelo en Guadalajara en los años 40, y que posteriormente se trajo a la Ciudad de México cuando vino a vivir acá. En mi infancia, para mí era muy común escuchar el sonido de las navajas al ser afiladas, el calor cuando fundían el metal y ver entrar y salir a muchos hombres que, en bastantes ocasiones, traían gallos en sus jaulas.

Navajas Aguilar: “No somos los únicos, pero sí los mejores”, no era sólo una frase, eran tan importantes en el negocio que, en 1982, Gustavo Alatriste fue a mi casa a grabar una escena donde sale el taller para su película “Aquél famoso Remington”. Además de la gente que iba al taller, también hacían muchos envíos a otros estados. Y cada año, acercándose la Feria de San Marcos en Aguascalientes, el trabajo subía bastante. Al encontrarme con el libro “¡Viva Aguascalientes! Que su feria es un primor: Historia de las peleas de gallos en Aguascalientes, siglos XVIII-XX”, quedé maravillada al ver en él tantas fotografías y fragmentos de otras obras literarias —como “El gallo de oro” de Juan Rulfo, “El libro de mis recuerdos” de Antonio García Cubas o “Niñez y juventud provincianas” de Pedro de Alba—, en las que las peleas de gallos eran el eje de todo.

La belleza de este libro se encuentra en el recorrido histórico que hace, pues es una extensa y detallada investigación que contiene referencias documentales, bibliográficas y hemerográficas, pero especialmente porque, como se reza en la contraportada, “no es una historia de los gallos, sino de los hechos de los hombres que han participado directa o indirectamente en las peleas de gallos”. En este libro podemos ver algunas imágenes históricas, como donde aparece Rodolfo Fierro amarrándole la navaja a un gallo, y al lado de él están Francisco Villa y Raúl Madero. También se pueden encontrar imágenes de pinturas, acuarelas y dibujos de artistas como José Guadalupe Posada, Osvaldo Barra y Leon Trousset. Su recorrido fotográfico cuenta, indirectamente, la historia de Aguascalientes y el avance de la sociedad mexicana a lo largo de 3 siglos, mostrando cómo esta Feria (y más aún las peleas) atraían a tanta gente que impulsó el crecimiento del estado.

El conflicto de qué tan políticamente correctas son las peleas de gallos, no queda indiferente en esta lectura, pero ése fue un problema de las últimas décadas. En gran medida, la problemática que existía desde el inicio se presentaba porque las peleas implicaban apuestas, y regularlas era un conflicto para el gobierno. Además, se suscitaban con frecuencia discusiones entre los apostadores, generando que fuera necesaria la intervención policial y, por ende, la petición de la gente para que fueran prohibidas. Finalmente, lo único que ha podido frenarlas un poco ha sido el paso del tiempo y nuevas ideologías. Sin embargo, no se pueden negar como parte de la historia y un legado cultural.

La ahora conocida como Feria Nacional de San Marcos, se sigue llevando a cabo cada año, y este libro es una celebración especialmente a Aguascalientes. Por otro lado, para mí, fue un toquido en mi espalda para mirar al pasado, a mi infancia, a la casa de los gallos. Esa fue mi casa durante mucho tiempo, hasta que al morir mi abuela, mis tíos decidieron venderla. Muchas cosas cambiaron desde entonces; y uno trata de seguir adelante con su vida, pero de vez en cuando, en el camino se encuentran cosas que nos hacen mirar atrás. Este libro me hizo recordar que todos hemos pertenecido alguna vez a algún lugar.

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Feria Material—todo-mundo artbookfair—Qipo Fair

Me considero a mí misma un ratón de ciudad, en contraste al ratón de campo de la fábula de Esopo. He vivido toda mi vida en la Ciudad de México, la he recorrido muchas veces de norte a sur y de oriente a poniente y de arriba a abajo en sus rascacielos. Sin embargo, nunca deja de maravillarme que por más que uno camine en esta ciudad, siempre hay algo nuevo que ver, un lugar nuevo que conocer, lleno de gente que vive en esta ciudad, pero que de no ser por estos eventos, nunca nos cruzaríamos en nuestros caminos cotidianos. Asimismo, me sigue resultando fascinante el hecho de que aunque las personas que vivimos en esta ciudad compartimos las mismas calles, el mismo cielo y hasta el mismo amor por este cachito de tierra, nuestras formas de ver y percibirla son muy distintas.

Una de las pruebas más grandes con las que me he topado de todo lo anterior es el evento dividido en 3 de la Feria Material—todo-mundo artbookfair—Qipo Fair sucedido en la bautizada Semana del arte, del 8 al 11 de febrero de 2024. En sus 3 sedes —Expo Reforma, Edificio Humboldt y Edificio Temoskali, respectivamente— hubo expositores extranjeros europeos y latinoamericanos, que desde su trinchera del arte, trajeron a la Ciudad de México tan sólo una parte de lo que hacen. Contando con una esencia única cada parte, la Feria Material y la Qipo Fair, se enfocaron en la exposición de obras artísticas plásticas nacionales e internacionales, mientras que todo-mundo artbookfair abrió el espacio a editoriales y publicaciones en su mayoría mexicanas.

La todo-mundo artbookfair fue pet-friendly y contó con más de 50 expositores, alojandose en un cuarto piso, en un iluminado penthouse con balcones. Sus paredes estaban ocupadas con mucha de la mercancía que vendían los expositores —ilustraciones, fotografías, tote bags— y, en muchos casos, eran los mismos autores de las piezas artísticas quienes las ofertaban. Hacía un clima cálido (para ser invierno), y en el aire se podía percibir un suave aroma a cerveza, ya que era la bebida principal que se estaba ofreciendo —a diferencia de la Feria Material, donde la principal bebida era el mezcal artesanal—. Aunque el espacio no era tan amplio, estaba bien distribuido, contando con un apartado donde diversos autores dieron charlas sobre sus libros y fanzines, teniendo al público a escasos 3 pasos. Este es el ambiente que se vivía en convivencia con los libros y algunas obras plásticas que se presentaban en los stands.

La variedad de libros era preciosa. Roge Ediciones realizó el proyecto “Dreamland” y “Adventureland”, que son libros escritos e ilustrados por niños; Ediciones Sin Resentimientos llevó la antología de proyectos realizados por el colectivo teatral “Lagartijas al Sol”, entre muchos otros títulos que han sido enlatados y rescatados por ellos para su publicación, haciendo una analogía con su nombre al hecho de no tener resentimiento al pasado por no haber logrado la publicación de algún proyecto; Can Can Press llevó una excelente muestra de lo que hace la editorial: diseño gráfico, ilustración y mucho color; Miau Ediciones tenía el más reciente trabajo de Sonia Madrigal: un libro de fotografía de mensajes graffiti encontrados en las calles, cuestiona por qué a la vez que se profesa un amor a las mujeres, también son las principales víctimas de la violencia.

Lo más interesante de estos libros reside en que los autores no se centran en ellos mismos a la hora de crear —como suele ocurrir en otros ámbitos de exposiciones de arte—, sino que dan una mirada al exterior, a su entorno, y lo plasman. No temen hacer con su trabajo una crítica a la sociedad y exponerla al mundo, mostrando tanto lo bello como lo desagradable y lo perfectible. Como dije antes, esta ciudad está llena de miradas diversas, estos artistas lo reconocen y lo exaltan, ofreciendo al público cientos de perspectivas.

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Index Art Book Fair 2024 – 10ª edición

Sol tiene 10 años y es ecuatoriano, pero se ha venido a vivir a México recientemente porque su mamá trabaja acá. Apoya a las Águilas del América, eso lo supe por la playera que llevaba, además porque me lo dijo con mucha convicción. Me contó, también, que ha leído todos los libros de Harry Potter; su favorito es Las reliquias de la muerte y sostiene que, aunque La Orden del Fénix tiene mucha acción, no le gusta porque mueren muchos personajes. Platicamos un rato más acerca de libros, porque estamos en el área infantil de la Index Art Book Fair en su décima edición.

El metro Constituyentes es un portal que si cruzas te lleva de la periferia de la ciudad, del barrio, de lo cotidiano, a un lugar donde hay cafés fancies por doquier y galerías de arte donde hacen ferias del libro dedicadas especialmente a libros de arte y libros artísticos, que no es lo mismo sólo uno lo entiende si los ve juntos. Si entras en la galería Kurimanzutto para uno de estos eventos y encuentras un lugar cómodo para observar todo, verás que los libros son un excelente pretexto para que los asistentes se reúnan a ver a viejos conocidos. Además, si miras con atención, descubrirás que también se trata de una pasarela. Hay tantos estilos aquí que cuesta catalogarlos como vintage, old money, aesthetic o alguna corriente similar. Esto se explica fácil, pues aquí muchos son artistas y lo dejan ver a través de lo que usan.

Estos artistas vienen aquí para armarse con material nuevo que les inspire en sus nuevas creaciones también a conocer qué está pasando allá afuera. Los libros exhibidos, en la mayoría de las ocasiones, son presentados por sus mismos creadores, si uno tiene suerte puede que el mismo autor explique personalmente de qué se trata tal o cual obra. Pero aún hay más; estos artistas se encuentran con otros que presentan sus performances en el patio de la galería, interviniendo en la cotidianidad no tan cotidiana de una feria de libros de arte, y nuevamente, es posible acercarse a estos performers para conocerlos un poco más o simplemente poder verlos fuera de su ámbito.

Colgando por encima de todos estos stands de libros hay carteles que enumeran “25 ways to make love to the Earth” y por el altoparlante se escucha a alguien invitando a alguna de las charlas o presentaciones de libros que hay, donde se tiene a los autores a tan sólo medio metro de distancia. Las paredes están decoradas con carteles, playeras, dibujos, fotografías y pinturas que no sólo sirven para exponerse sino que están a la venta y forman parte de las colecciones que presentan los artistas. A lo largo de los stands se encuentra una gran variedad de libros que fascinan por su contenido, pero más aún por su estructura. En muchos stands se encuentran propuestas de estructuras para libros: libros hechos con tela, de formas no convencionales como corazones o circulares, algunos de tamaños muy pequeños con letras enormes. La variedad de formatos y diseños parece interminable e invita a querer seguir recorriendo el lugar para ver más.

Es inevitable darse cuenta que hay tópicos recurrentes en los libros presentados: medio ambiente, feminismo, queer, uso recreativo de sustancias y, por supuesto, ilustración, fotografía y diseño. Porque eso es lo que más atañe a los artistas: conocer y reconocer su mundo, para tratar de plasmarlo en lo que hacen. Esta feria está abierta para todo público y es una excelente oportunidad para habitar un espacio poco recurrente en la vida de la mayoría de la gente: el del arte en los libros y los libros en el arte.

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