Físico o digital: el dilema moderno del lector apasionado.

¿Digital o físico?
En los últimos tiempos, al momento de adquirir un libro se ha vuelto muy común preguntarnos… ¿libro físico o digital? ¿De verdad quiero tener este libro en papel o puedo conformarme con leerlo en la pantalla? ¿Qué es mejor: poder acariciar las páginas o cargar en nuestra bolsa con una biblioteca digital entera almacenada en nuestro celular, tablet o Kindle?
Porque eso es un hecho: los libros ocupan espacio. En ocasiones nuestros hogares no están preparados para el almacenamiento adecuado de un libro –pensando en conservarlo en buenas condiciones: lejos de la humedad, el sol y el polvo; porque de otra manera, al poco tiempo el libro se convierte en un objeto carcomido por el tiempo, viejo y maltratado–.
Muchas personas adquieren un libro impreso sólo tras haberlo leído con anterioridad y saber que podrían requerir leerlo nuevamente. A esto se suma que hay muchas lecturas difíciles de encontrar de manera física y, entonces, lo digital se vuelve nuestro mejor aliado.
Pero pasa algo curioso en los últimos años: nos hemos vuelto dueños de nada. Desde que la música pudo descargarse en páginas de dudosa procedencia –y más ahora que se puede escuchar directamente en Spotify o apps similares–, la compra de discos ha disminuido de forma exponencial. Basta con ver lo que ha sucedido con famosas tiendas de discos en las que años atrás se agotaban las novedades de la semana.
Con las películas ocurre algo similar: pagamos múltiples plataformas de streaming para descubrir que la película que buscamos no está en ninguna de ellas. Incluso con cosas más personales como las fotografías: el gran imperio que fue la industria fotográfica ha ido a menos desde que la gente pudo almacenar grandes cantidades de GB en sus celulares con recuerdos preciados. Los recuerdos que deseábamos fueran tangibles –y por un momento lo fueron– se quedan en píxeles que podrían perderse en cuanto nuestro celular se dañe o se extravíe.
En lo personal, prefiero adquirir la mercancía: saber que cuando quiera podré volver a ver esa película sin preocuparme por tener que buscarla en páginas llenas de virus. O poder escuchar mi música copiada de CDs sin temer quedarme sin datos o sin cobertura. Con los libros es muy similar. Dejando de lado ese extraño placer de oler las páginas, tocar el libro, sentir sus hojas… es bien sabido que leer en papel cuida la vista y, además, se ha demostrado que la lectura en papel es más efectiva que en digital.
Aunque… leer en digital nos permite subrayar sin culpa, hacer anotaciones, buscar palabras, aumentar el tamaño de la letra y todo esto sin necesidad de tener una lámpara. Hasta cierto punto es más cómodo, práctico, moderno y, en muchas ocasiones, hasta más accesible.
De cualquier modo, lo cierto es que no hay una forma correcta o mejor de leer, simplemente la que se acomoda a nuestras circunstancias y nuestros tiempos. ¿Lo importante? Leer. Porque no importa el medio, importa que algo de nosotros se quede en esas palabras y algo de ellas se quede con nosotros.
Así que, físico o digital… tú eliges. Pero elige leer libros.