Y Zapata Sigue Cabalgando: un cuento sobre la vida del caudillo

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Cuando se nos cuenta la historia de nuestro país –sea cual sea– lo pensamos como algo que le pasó a otras personas, en otra vida, algo lejano, no sólo en el tiempo sino en el espacio. Pareciera, en ocasiones, algo que nunca sucedió. Porque es normal que cueste imaginar cómo era el mundo antes de como nosotros lo conocimos; incluso cuesta conectar nuestro propio presente con nuestro propio pasado, porque mucho –sino es que todo– ha cambiado a como lo recordamos en la infancia. De ahí la importancia –y la necesidad humana por dejar un paso de su existencia tras de sí– de contar historias, de buscar prevalecer. Es algo natural. En muchos pueblos de México la costumbre de pasar la historia, las costumbres y tradiciones de boca en boca, es algo que se mantiene.

En una historia mal contada, todos podemos ser “el malo”, así como cuando contemos nuestra versión, siempre seremos “el bueno”. Sin embargo, independientemente de ser “el bueno” o “el malo” –que viene a ser algo tan subjetivo– lo cierto es que la historia escrita en los libros está retratada desde la perspectiva de los vencedores. Conocer otras perspectivas de un hecho se vuelve complicado cuando se le tiene que preguntar a los muertos. Preguntarle a Emiliano Zapata cómo fue la revolución resulta algo imposible (aunque sería maravilloso escucharlo), por ello hoy en día se ha convertido en nada más y nada menos que un símbolo. El legado ideológico que dejó es tan poderoso que tras más de 110 años su lema Tierra y libertad sigue siendo el grito de lucha de quienes en la actualidad se siguen rebelando ante un sistema que los somete.

Para todos aquellos que han tenido interés en adentrarse más en la historia, en buscar y escarbar más allá de lo que ofrecen los libros de las escuelas públicas, han encontrado que el caudillo del sur era más que sólo un hombre interesado en el poder. Cuentan que cuando llegó a sentarse en la silla presidencial –sin buscar ostentar ningún tipo de título– le dijo a Francisco Villa, sentado a su lado: “¿Y por esto se pelean?”. Pero eso bien podría ser sólo una leyenda urbana. Lo que nos ofrece este título es algo mucho más genuino y real: es la historia de alguien que estuvo ahí, un hombre que en su juventud fue zapatista.

Y Zapata sigue cabalgando es un cuento breve dirigido en especial al público infantil, escrito por Victor Hugo Sánchez Reséndizy editado por La Cartonera. La narración es sencilla, pero es capaz de atrapar desde la primera página debido a su autenticidad, temática y pasión. Sánchez Reséndiz recupera la historia de su abuelo, quien le contaba a los niños que se acercaban a preguntarle cómo fue pelear al lado de Zapata, los motivos por los cuáles lo hacían, cómo era la vida antes y cómo fue después de la revolución mexicana. Les cuenta además, sobre el verdadero destino que tomó el caudillo y cómo es que no fue asesinado como dice la Historia, sino que se fue a Arabia, porque va a volver a luchar por la libertad. Todo esto es lo que le brinda la belleza al cuento, los aspectos íntimos, los momentos exagerados por el bien del relato, el orgullo con el que es contado.

Aunque cada vez más lejano, el pasado es algo que determina nuestra existencia. Es necesario poder reconciliarnos con el pasado que tenemos como nación, honrar nuestro origen y hacer las paces con los episodios oscuros que cayeron –como caen para todos– en nuestro país. Cuando podamos hacer eso, podremos dejar el pasado en su lugar y mirar hacia el mañana. Y considero necesario aclarar que dejar el pasado atrás no es olvidarlo, al contrario: es reconocerlo. Y en el reconocerlo está rescatar relatos como éste, que son valiosos por ser parte del cotidiano; porque el mundo no ha sido construido sólo por los nombres que aparecen en los libros, sino por todas personas que los acompañaron, como el abuelo de Sánchez Reséndiz. Este título está lleno de nostalgia, de tiernas descripciones sobre Morelos y su gente, pero especialmente de tradición.

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