Feria Material—todo-mundo artbookfair—Qipo Fair
Me considero a mí misma un ratón de ciudad, en contraste al ratón de campo de la fábula de Esopo. He vivido toda mi vida en la Ciudad de México, la he recorrido muchas veces de norte a sur y de oriente a poniente y de arriba a abajo en sus rascacielos. Sin embargo, nunca deja de maravillarme que por más que uno camine en esta ciudad, siempre hay algo nuevo que ver, un lugar nuevo que conocer, lleno de gente que vive en esta ciudad, pero que de no ser por estos eventos, nunca nos cruzaríamos en nuestros caminos cotidianos. Asimismo, me sigue resultando fascinante el hecho de que aunque las personas que vivimos en esta ciudad compartimos las mismas calles, el mismo cielo y hasta el mismo amor por este cachito de tierra, nuestras formas de ver y percibirla son muy distintas.
Una de las pruebas más grandes con las que me he topado de todo lo anterior es el evento dividido en 3 de la Feria Material—todo-mundo artbookfair—Qipo Fair sucedido en la bautizada Semana del arte, del 8 al 11 de febrero de 2024. En sus 3 sedes —Expo Reforma, Edificio Humboldt y Edificio Temoskali, respectivamente— hubo expositores extranjeros europeos y latinoamericanos, que desde su trinchera del arte, trajeron a la Ciudad de México tan sólo una parte de lo que hacen. Contando con una esencia única cada parte, la Feria Material y la Qipo Fair, se enfocaron en la exposición de obras artísticas plásticas nacionales e internacionales, mientras que todo-mundo artbookfair abrió el espacio a editoriales y publicaciones en su mayoría mexicanas.
La todo-mundo artbookfair fue pet-friendly y contó con más de 50 expositores, alojandose en un cuarto piso, en un iluminado penthouse con balcones. Sus paredes estaban ocupadas con mucha de la mercancía que vendían los expositores —ilustraciones, fotografías, tote bags— y, en muchos casos, eran los mismos autores de las piezas artísticas quienes las ofertaban. Hacía un clima cálido (para ser invierno), y en el aire se podía percibir un suave aroma a cerveza, ya que era la bebida principal que se estaba ofreciendo —a diferencia de la Feria Material, donde la principal bebida era el mezcal artesanal—. Aunque el espacio no era tan amplio, estaba bien distribuido, contando con un apartado donde diversos autores dieron charlas sobre sus libros y fanzines, teniendo al público a escasos 3 pasos. Este es el ambiente que se vivía en convivencia con los libros y algunas obras plásticas que se presentaban en los stands.
La variedad de libros era preciosa. Roge Ediciones realizó el proyecto “Dreamland” y “Adventureland”, que son libros escritos e ilustrados por niños; Ediciones Sin Resentimientos llevó la antología de proyectos realizados por el colectivo teatral “Lagartijas al Sol”, entre muchos otros títulos que han sido enlatados y rescatados por ellos para su publicación, haciendo una analogía con su nombre al hecho de no tener resentimiento al pasado por no haber logrado la publicación de algún proyecto; Can Can Press llevó una excelente muestra de lo que hace la editorial: diseño gráfico, ilustración y mucho color; Miau Ediciones tenía el más reciente trabajo de Sonia Madrigal: un libro de fotografía de mensajes graffiti encontrados en las calles, cuestiona por qué a la vez que se profesa un amor a las mujeres, también son las principales víctimas de la violencia.
Lo más interesante de estos libros reside en que los autores no se centran en ellos mismos a la hora de crear —como suele ocurrir en otros ámbitos de exposiciones de arte—, sino que dan una mirada al exterior, a su entorno, y lo plasman. No temen hacer con su trabajo una crítica a la sociedad y exponerla al mundo, mostrando tanto lo bello como lo desagradable y lo perfectible. Como dije antes, esta ciudad está llena de miradas diversas, estos artistas lo reconocen y lo exaltan, ofreciendo al público cientos de perspectivas.
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